miércoles, 18 de junio de 2008

Bienvenidos

No pretendo que leais lo que aqui voy a escribir, no quiero, en caso de que lo leais, que le pongais nota, porque no escribo para entretener a nadie más que a mi, ni busco la gloria entre mis palabras.
Quiero que entendais, que hoy, y en lo sucesivo, leereis las palabras que mi mente escribe y mi alma llora.
Bienvenidos pues, a mi alma.

Me desperté temblando, encogido por el frío, petrificado por la tristeza y llorando en el olvido. Me desperté temblando en mitad de sueños que gritaban su nombre entre imagenes inconexas y sin demasiada lógica.
Me levante de la cama despues de comprender que aquella noche, como tantas otras, ya estaba perdida.
Encendí la luz con el miedo de la falsa ilusión, y volvía a apagarla. Dañaba mis ojos.
Caminé por el pasillo, despacio, pensativo, exhausto por todo. Malditos recuerdos, que como demonios castigaban mis sueños y lastimaban mi vida. Cerré los puños con fuerza y grité en silencio. No quería despertarlos. Ellos eran demasiado jovenes, yo demasiado estúpido. No era capaz de hacerlos feliz. Como iban a serlo si yo llevaba tanto tiempo sin sonreir?
Me acerqué a una fotografía que lucía tras un marco envejecido. En ella salíamos los cuatro, felices, en un día de playa. Le gustaba tanto el mar.
Dejé caer el marco y rompí a llorar.

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